Este primer momento posesentaiochero que se detectó
durante los dos últimos años del sexenio de Díaz Ordaz, se caracterizo por el
desmesurado afán del gobierno de reprimir cualquier tipo de movimiento social,
sin embargo no le importaba exhibirlo ante los ojos de todo el mundo. Una de
los primeros movimientos reprimidos fue el organizado el día 13 de diciembre
Gran marcha de protesta que partiría de Ciudad Universitaria y concluiría en el
Casco de Santo Tomas, sin embargo un día antes de que se realizara la marcha la
policía se encargo de difundir por medio de la TV una serie de amenazas las
cuales no lograron intimidar a los estudiantes quienes el trece de diciembre
lograron reunir a un total de 20 mil jóvenes politécnicos y universitarios.
Esta política prohibitiva en contra de las manifestaciones
callejeras opositoras dentro de la capital mexicana y sobre todo las de
carácter estudiantil, siguió persistiendo aun por varios años después del
sexenio diazordacista, por lo que las protestas estudiantiles universitarias y
politécnicas se realizaron en las explanadas y auditorios de las respectivas
instituciones educativas. La política de
represión selectiva comenzó a instrumentarse en contra de profesores,
estudiantes intelectuales que estaban a favor del movimiento, en tanto, el dia
1 de noviembre fue apresado Arturo Martínez Nateras, presidente de la CNED.
La información
manipulada: Esta práctica que se utilizó con poco éxito durante los días
del movimiento, llegó a su máxima expresión a principios de enero de 1969, con
la puesta en circulación de un libro que se le titulo ¡El Móndrigo! Bitácora del
Consejo Nacional de Huelga. La publicación
y distribución gratuita de El Móndrigo no fue un hecho benevolente o de
buena fe de los supuestos propietarios de una editorial inexistente, como
seguramente se pretendía hacer creer a los lectores del texto, sino que se
trató de un verdadero libelo inteligentemente redactado por una persona o
grupo, ampliamente documentado en política nacional y estudiante, con el claro
objetivo de eximir completamente al gobierno
de su responsabilidad en la masacre del 2 de octubre, al tiempo que se culpaba
de ello al movimiento estudiantil en general y al CNH en lo particular.
El porrismo y su reactivación: La represión ha sido en
todos los tiempos una de las principales características de los gobiernos
autoritarios como sin lugar a dudas lo era en México, la represión que se
ejercía en contra los diferentes disidentes, individuales o colectivos,
particularmente de la izquierda militante, no sólo se efectuaba a través de los
órganos represivos institucionales, como era el caso del ejército y la policía
en todas sus derivaciones, sino también por otro tipo de agrupamientos creados
específicamente para callar cualquier protesta en contra del estado.
Si bien, la tendencia a crear grupos juveniles de choque
de carácter mercenario en la Universidad Nacional, con la finalidad de
enfrentarlos a los estudiantes y reprimir sus protestas, es tan remota como la
propia autonomía de la institución. En su labor de manipulación este personaje
comenzó a utilizar todo tipo de anzuelos, regalos de sweaters deportivos,
arreglo de materias sin su aprobación correspondiente, becas, orgías, parrandas
y borracheras, viajes, boletos para eventos deportivos, etcétera. Esta
situación permitió que en algunas escuelas preparatorias, las flotas o porras
comenzaran a cobrar importancia como grupos de choque, lo que trajo aparejado,
entre otros aspectos: la venta de protección a comercios aledaños a los
planteles, un embrionario, tráfico de
drogas, los asaltos y el pandillerismo. Todo esto con el conocimiento de las
autoridades universitarias y gubernamentales, quienes lejos de haberlo impedido
y prohibido, en no pocas ocasiones, lo siguieron tolerando y hasta alentando.
El ascenso del echeverrismo: El 22 de octubre de 1969 el
licenciado Luis Echeverría Álvarez, secretarios de Gobernación durante el
sexenio de Gustavo Díaz Ordaz, fue presentado
como el candidato del PRI a la Presidencia de la República para el
periodo 1970-1976. Hasta antes de esa fecha la imagen pública de Echeverría era
la de un hombre callado, leal y fiel servidor de su jefe, enarboló como modelo
a seguir el gobierno del ex presidente Lázaro Cárdenas; enmarcó su discurso en
una tónica que prometía el retorno del país a las raíces populares de la
Revolución mexicana y a la realización de reformas económicas con contenido
social; y se lanzó en contra del modelo de “desarrollo estabilizador” que había
adoptado los dos presidentes anteriores. En vez de éste habló de impulsar un
nuevo modelo que denominó “desarrollo compartido”
En cuanto al aspecto político, Echeverría procuró
deslindarse del régimen gubernamental diazordacista al que había servido
fielmente, desde los primeros discursos como candidato oficial, Echeverría no
perdió la oportunidad para reconocer la justeza del movimiento de 1968 y la
gran equivocación gubernamental que había sido reprimirlo. En esta dirección el
grado más alto de expresión discursiva posesentalochera fue la que tuvo lugar
durante un acto realizado en la Universidad de Morelia en el cual el candidato
se vio prácticamente obligado a guardar un minuto de silencio en memoria de los
caídos el 2 de octubre en Tlatelolco.
Peor aun con todo y esto, casi nadie creía en los hechos,
las únicas excepciones fueron las del presidente Díaz Ordaz y del ejercito,
quienes inmediatamente después de lo ocurrido en Morelia se indignaron y
escandalizaron al grado de que Echeverría estuvo a punto de ser sustituido como
candidato presidencial oficial.
Finalizada la campaña electoral y luego de haberse
realizado el ritual en las urnas, Echeverría asumió formalmente el poder,
dentro del marco discursivo de la apertura democrática, el régimen echeverrista
comenzaría a impulsar y, en otras ocasiones, observar y tolerar, un conjunto de
cambios en distintos ámbitos de la sociedad mexicana.
a) La insurgencia sindical independiente.
b) La liberación de los presos políticos de 1968.
c) La reforma educativa echeverrista.
d) El apoyo gubernamental a la UNAM
Gobierno de Luis Echeverría Álvarez. (Política interna): Era
innegable que el sistema político, no obstante las deficiencias que pudieran
atribuírsele, había sido capaz de dar al país mas de cincuenta años de
estabilidad política y que no obstante la marcada desigualdad socioeconómica,
el orden interno no se había perturbado al grado de provocar una represión
generalizada de parte del gobierno (salvo las medidas represivas que había
adoptado en algunos casos concretos como el movimiento ferrocarrilero, a fines
de 1958). Además, la estabilidad del país se manifestaba mediante las
expresiones formales más importantes de la
democracia: partidos políticos, procesos electorales periódicos,
presidentes civiles, libertad de prensa.
El populismo consistió en la instrumentación de
beneficios sociales y de condiciones que permitieron la movilidad social; en
cambio, la otra cara de la moneda, el capitalismo, llevo al Estado a ejercer el
control de las masas populares mediante el corporativismo sindical y el
autoritarismo; es mas, podría decirse que el populismo tuvo como razón de ser,
tanto en México como en los países latinoamericanos donde se practicara,
acallar los reclamos sociales que amenazaban no solo al gobierno sino también
al desarrollo de la economía capitalista.
Autocrítica y proyecto de reforma: Desde su campaña
presidencial, Luis Echeverría se propuso abrir canales de comunicación con los
sectores sociales resentidos por la
represión contra el movimiento de 1968, en particular con el de los
intelectuales, los universitarios y los grupos disidentes de izquierda.
Con este objetivo emprendió una política de apertura
democrática, con el propósito de que su gobierno fuera visto como una nueva
alternativa que recogía de la sociedad la critica a los actos represivos del
gobierno de Díaz Ordaz.
Echeverría anunciaba un proyecto reformista en lo
económico que pretendía corregir los defectos del modelo de desarrollo
estabilizador, el cual no sólo había sido incapaz de lograr la justicia social
sino que por el contrario, había creado
una aguda concentración del ingreso en las altas capas de la sociedad,
acentuando con ello las desigualdades.
La autocritica de Echeverría se enfocó en dos aspectos:
el primer término, el reconocimiento de una situación de deterioro económico y
político producido en los dos decenios anteriores, situación que imponía un
cambio radical de los métodos de gobierno seguidos hasta entonces; en segundo
lugar, la reafirmación de los principios fundamentales de la Revolución
Mexicana, tales como_ el nacionalismo reformista, la defensa de la propiedad
privada y de la libre iniciativa individual. Prometió reorganizar la reforma
agraria mediante mecanismos de colaboración entre predios ejidales y privados,
propuso la aplicación de los recursos económicos en manos del Estado, a fin de
promover una política de creación de empleos y la ampliación de la planta
industrial, lo cual exigía llevar a cabo una reforma fiscal a fondo y reducir
de manera consistente el endeudamiento público interno y externo.
El propósito de Echeverría era mostrar fidelidad a los
orígenes populares de la Revolución Mexicana, a su lucha contra la injusticia
social mediante la identificación entre gobernantes y gobernados. “Más que
realizar un programa de gobierno”, decía, “ejecutaremos un programa del pueblo”
y agregaba: “No descansaré un solo día del sexenio en la tarea de promover el
mejoramiento de los campesinos y del medio rural.”
La reforma político-electoral: Hacia finales de 1971, el
gobierno de Echeverría vio la
conveniencia de presentar un proyecto de reforma electoral que diera carácter
legal a la apertura democrática, pues aparte de la necesidad urgente por
mantener la paz social en peligro, el gobierno tenía frente a sí el reto de
convertir en acciones practicas lo que el discurso echeverrista postulaba como
principio programático de cambio. Se decretaron reformar y adiciones a diversos
artículos constitucionales que en su conjunto constituyeron lo que se denominó
Nueva Ley Federal Electoral promulgaba el 5 de enero de 1973, la cual establecía
los siguientes estatutos con esta reforma se pretendía establecer un régimen de
partidos donde cada uno de ellos tuviera acceso al poder de acuerdo al número
de votos que recibiera, pues de acuerdo con la importancia que se daba al
proceso electoral.
Nuevos partidos políticos: La política de apertura
democrática de Echeverría alentó la formación de nuevos partidos políticos, la
mayoría de izquierda, entre los cuales destacan los siguientes:
Partido Demócrata Mexicano (PDM), de tendencia
anticomunista, antiliberal, ultranacionalista y de orientación religiosa, con
origen en la Unión Nacional Sinarquista.
Partido Mexicano de los Trabajadores (PMT). La historia
de este partido, ligada a la del Partido Socialista de los Trabajadores, dio
comienzo con la formación del Comité Nacional de Auscultación y Coordinación
(CNAC), promovido por algunos intelectuales y militantes de movimientos
políticos recientes el movimiento ferrocarrilero de 1958-1959, el de Liberación
Nacional de 1961 y el estudiantil de 1968.
Partido Socialista de los Trabajadores. De forma paralela
al PMT se integró al PST, organizado por un grupo de personas que, encabezadas
por Rafael Aguilar Talamantes, se había separado del CNAO.
Partido Revolucionario de los Trabajadores. A finales de
1976, y como resultado de la fusión de las principales fracciones trotskistas
existentes en México, surgío el PRT, con la pretensión de construir el
socialismo en México por medio de la dictadura del proletariado.
Partido Socialista Revolucionario. Este partido se
integro a finales de 1976, con la teoría del marxismo-leninismo como base de su
acción revolucionaria y política. Proponía una política económica popular y
antiimperialista para superar la crisis económica.
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